La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se caracteriza por la aparición de lesiones rojizas escamosas preferentemente en codos, rodillas y cuero cabelludo, y que tiene la posibilidad de afectar a uñas y articulaciones. No es una enfermedad contagiosa ni hereditaria, y, aunque existe predisposición genética en las personas que la padecen, suelen estar involucrados además otros factores desencadenantes.

Se origina debido a una disfunción en el sistema inmune y puede aparecer en cualquier parte del cuerpo.

Se manifiesta en brotes con periodos de mejoría y de remisión o empeoramiento, pero la enfermedad se desarrolla de una manera particular en cada paciente. En ocasiones, dura toda la vida.

Aunque no conlleva un riesgo vital, según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), esta enfermedad tiene repercusiones significativas en el ámbito físico, emocional, sexual, laboral y económico del paciente, y disminuye de forma relevante su calidad de vida, con un impacto similar al de la diabetes, la artritis o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

¿Qué tipos de psoriasis hay?

La psoriasis presenta diversas formas clínicas, según la Sociedad Española de Reumatología (SER):

¿Quién padece psoriasis?

La psoriasis es una patología de distribución universal que afecta a entre el 1% y el 3% de la población, según estimaciones de estudios oficiales. Aunque no existe predominio de sexo -afecta por igual a hombres que a mujeres-, es más común en la raza blanca. Suele aparecer entre los 15 y los 35 años, aunque también puede afectar a niños y a personas mayores.

¿Cuáles son sus causas?

La psoriasis es una enfermedad inmunológica que, aunque no es hereditaria, sí cuenta con un componente genético.

La enfermedad comienza cuando los linfocitos T, un tipo de células blancas presentes en la sangre que ayudan a proteger el cuerpo contra las infecciones, se activan de manera indebida. Esto desencadena diversas respuestas inmunitarias, entre ellas, la proliferación y dilatación de los vasos sanguíneos de la piel y la proliferación de un tipo de células de la piel llamadas queratinocitos. En consecuencia, se acelera el proceso de renovación celular de la epidermis, que de treinta días (que es lo habitual) pasa a producirse en solo cuatro, lo que provoca que las células suban demasiado rápido a la superficie de la piel y se acumulen en la capa córnea, donde se forman placas de escamas blanquecinas.

¿Existen factores de riesgo?

Aunque, como hemos dicho, la psoriasis no es una enfermedad hereditaria, sí es frecuente que las personas que la sufren cuenten con antecedentes familiares de psoriasis. En concreto, una tercera parte de los pacientes tiene familiares directos con esta dolencia.

Es decir, la predisposición genética es uno de los factores que participan en la aparición y desarrollo de esta dolencia. Además, existen otros factores de riesgo:

Existen determinadas circunstancias que pueden provocar o empeorar un brote:

¿Qué síntomas produce?

La principal lesión de la psoriasis son las placas o manchas rojas cubiertas de escamas blanquecinas de grosor variable, formadas por los queratinocitos que se acumulan en la piel. El tamaño y la forma de las placas varían en función del paciente e, incluso, en el mismo paciente: pueden ser de pocos milímetros o llegar a cubrir zonas corporales extensas. A veces las placas pueden estar rodeadas de un anillo más claro.

Estas placas, que pueden producir picor o dolor, suelen aparecer en codos, antebrazos, rodillas, la parte baja de la espalda, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies, aunque depende de cada paciente y del tipo de psoriasis que padezca. También es frecuente que la enfermedad se manifieste en el cuero cabelludo y las uñas e, igualmente, puede aparecer en los genitales y dentro de la boca.

¿Cómo se diagnostica la psoriasis?

El diagnóstico de la psoriasis es fundamentalmente clínico y debe realizarlo preferiblemente un experto en dermatología por visualización de las lesiones.

En ocasiones, puede ser difícil de diagnosticar, porque los síntomas se parecen a los de otras enfermedades cutáneas, por lo que puede ser necesario examinar una pequeña muestra de piel en el microscopio. Así mismo, una maniobra exploratoria clásica de la placa de psoriasis es el raspado metódico de Brocq, que se realiza con una cucharilla metálica sobre una placa sin tratar.

¿Cómo se trata la psoriasis?

Aunque todos los tratamientos de la psoriasis son efectivos para la mayoría de los pacientes, ninguno lo es para todo el mundo, ya que la respuesta a cada tratamiento varía de una persona a otra.

Solo excepcionalmente la psoriasis se cura de manera permanente, pero lo habitual es que sea recurrente y crónica. El tratamiento, enfocado al control de los síntomas y la prevención de infecciones secundarias, depende de factores como la gravedad de la enfermedad, el tamaño de las placas, el tipo de psoriasis y la reacción del paciente ante ciertos tratamientos.

De acuerdo a los anteriores factores, el tratamiento puede ser: