A veces, los pequeños de la casa no logran dormir porque sienten un dolor punzante en sus piernas. Si el dolor no va acompañado de sensibilidad articular, fiebre o sarpullido, podría tratarse del dolor de crecimiento infantil. ¿Sabes qué es el dolor de crecimiento y cómo tratarlo?

El dolor de crecimiento desaparece por la mañana

Los dolores de crecimiento afectan a las extremidades inferiores y aparecen en horario nocturno. Las molestias suelen desaparecer por la mañana, permitiendo a los niños hacer actividades normales durante el día.

El dolor de crecimiento no se localiza en un punto específico, sino que se manifiesta en la parte anterior de los muslos, las pantorrillas o la cara detrás de las rodillas. En los días de actividad física intensa es más probable que los pequeños experimenten dolor de crecimiento por la noche.

Los niños más afectados por estos dolores son los de edades comprendidas entre los 3 y los 5 años y, posteriormente, entre los 8 y los 12 años. Se calcula que alrededor de un 15-30% de los niños en edad escolar sufren estos dolores nocturnos.

Cómo tratar el dolor de crecimiento infantil

Existen medidas sencillas para aliviar el dolor de crecimiento:

Practicar ejercicios de elongación en los músculos varias veces a la semana también funciona como medida para prevenir estos dolores. Centra los estiramientos del niño en músculos como el cuádriceps, los músculos isquiotibiales, el tendón de Aquiles o los músculos aductores.

Cúando debemos visitar al médico

Es importante subrayar que los dolores de crecimiento son molestias ocasionales que desaparecen al amanecer. La intensidad y frecuencia de este malestar variará entre un niño y otro. De todos modos, los niños que padecen dolores de crecimiento presentan una exploración física normal, sin apreciarse alteraciones ortopédicas o neurológicas.

Sin embargo, cuando estos dolores son demasiado recurrentes, severos o continúan durante el día es recomendable acudir a la consulta del pediatra. También lo es si los dolores van acompañados de otros síntomas como debilidad, cojera, fiebre, sarpullido, enrojecimiento de la zona dolorida o inflamación de las articulaciones.

Afortunadamente, en la mayoría de los casos solo se trata de dolores de crecimiento, pero síntomas como los anteriores se relacionan asimismo con enfermedades como la artritis juvenil o la enfermedad de Lyme. También están relacionados con enfermedades raras como la fibromialgia, el lupus o la esclerodermia.

Entre los síntomas de la artritis juvenil están la cojera y la inflamación en tobillos, muñecas y otras articulaciones. Los dolores de crecimiento se manifiestan en los músculos por lo que, si el niño presenta dolor y letargo localizado en las articulaciones, lo ideal es visitar a un pediatra. Este puede derivarlo a un traumatólogo.

La enfermedad de Lyme, por su parte, se transmite durante los meses de verano a través de la mordida de una garrapata. Los niños con esta enfermedad tienen síntomas como sarpullidos, fiebre, escalofríos, cansancio extremo, dolores musculares o en las articulaciones, o parálisis facial.

Ante cualquier duda sobre otra causa subyacente que pueda provocar dolores musculares en los pequeños, lo mejor, como indicamos, es visitar al pediatra.

Fuente KernPharma