La anemia ferropénica es la segunda enfermedad nutricional más importante, con una extensión mundial; afecta a varios grupos de riesgo, principalmente mujeres jóvenes y niños, y puede producir importantes disfunciones en órganos y sistemas del organismo. Aunque su origen es multifactorial y están implicados factores genéticos, hábitos de vida y factores dietéticos, la alimentación tiene un papel importante en su prevención. Por esta razón, es de gran interés conocer los mecanismos reguladores y los componentes dietéticos que condicionan la absorción de hierro, así como identificar los compuestos alimentarios que favorecen o inhiben la biodisponibilidad de este micronutriente.

Una de las principales causas de la deficiencia de hierro es que la cantidad de este mineral que se absorbe procedente de la dieta no es suficiente para cubrir las necesidades del organismo.

La absorción de hierro depende del estado de los depósitos del hierro del organismo. Igualmente también puede estar condicionada por la biodisponibilidad del mismo.
Dentro de los alimentos que pueden ser potenciadores destacan el ácido ascórbico como la vitamina C y un compuesto de origen peptídico denominado “factor carne” presente en carnes rojas pescado y aves; así como también otros ácidos como el cítrico, málico, tartárico y láctico. Respecto a los inhibidores destacan los fitatos de la fibra dietética, oxalatos, fosfatos y carbonatos, y los polifenoles como los taninos del café y el té.

La función metabólica esencial del hierro es el transporte de oxígeno.

La anemia ferropénica se define como una concentración insuficiente de eritrocitos maduros circulantes en sangre. Con mayor prevalencia que la anemia, se encuentra la deficiencia de hierro que se define como un estado en que no existen depósitos movilizables de hierro en el organismo y se observa que el aporte de hierro a tejidos está afectado, incluido el de formación de eritrocitos. Las etapas avanzadas de deficiencia de hierro se asocian con la anemia ferropénica.

La anemia ferropénica es un problema de salud pública mundial y una de las enfermedades nutricionales más importantes. Un elevado porcentaje de mujeres, tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo, se ven afectadas por esta enfermedad.

La causa más frecuente de la anemia ferropénica es la deficiencia de hierro ya sea por aumento de los requerimientos: durante el primer año e vida, la adolescencia o el embarazo, menstruación u otro tipo de hemorragias, como por un aporte insuficiente: alteraciones de la absorción como síndromes de mala absorción o resecciones del tubo digestivo.

Por todo esto, los principales grupos en riesgo de anemia ferropénica son las mujeres jóvenes en edad fértil, los niños y, aunque en menor medida, las personas de edad avanzada.

El tratamiento consiste generalmente en la prescripción de suplementos de hierro por vía oral, pero la dieta es uno de los principales factores que pueden influir en el estado de hierro de un individuo sano.

Otra estrategia de prevención de la deficiencia de hierro es la fortificación de los alimentos. Los alimentos funcionales están siendo una buena alternativa para intentar prevenir diferentes carencias nutricionales, como la deficiencia de hierro.

La carne y el pescado son los alimentos que más cantidad de hierro de alta biodisponibiladad aportan. Los cereales y otros alimentos reforzados con hierro también contribuyen a aumentar la ingesta de este mineral.

La absorción de hierro no hemo (de origen vegetal) mejora si se incluyen carne, pescado, aves o alimentos ricos en ácido ascórbico en las comidas.
La lactosa de la leche y el alcohol también mejoran la absorción de hierro de la dieta, siempre que se consuman junto con el hierro no hemo y no en otra comida distinta.

Los taninos, carbonatos, oxalatos, fosfatos y altas cantidades de calcio y fitatos, presentes en la fibra dietética, y otros alimentos como té, café, etc. Dificultan la absorción del hierro dietético.

Aumentar el consumo de verduras y frutas ayuda a mejorar el aporte de ácido fólico y vitamina C, ambos necesarios para conseguir una fabricación de hierro adecuada.

La población femenina, en especial, debe ser animada a aumentar el consumo de alimentos ricos en hierro y ácido fólico.

Otras anemias responden adecuadamente a la ingesta de distintos nutrientes como son proteínas, vitamina B 12, vitamina E, piridoxina y cobre. Por ello, las deficiencias en estos y otros nutrientes debe ser evitada.